A veces cuando me siento triste, me gusta preparar palomitas de maíz (o como son llamadas en el país en el que vivo, cotufas). La razón no la tengo muy clara, quizás porque me ayudan a pensar en mi vida como si fuese una película y de esa forma es más cómoda ver las cosas de forma objetiva, al menos para mi.
Hace algunos días, una pequeña que conozco estaba algo decaída. No sé muy bien qué tenía porque no quiso decirme, en realidad, no quería hablarle a nadie. Pero le prometí que le llevaría palomitas de maíz al día siguiente, cuando nos encontramos, la vi mucho más contenta. ¡Y más aún cuando le entregué la taza llena de palomitas!
No tengo mucho que escribir, pues en el momento en que me llegó la chispita de inspiración, tuve complicaciones y no pude aprovecharla. Sin embargo, simplemente puedo recomendarles que si algún día se sienten tristes, compartir un bol lleno de palomitas con algún amigo, es una excelente forma de animarse y charlar sobre los problemas. Después de todo, esos amigos con los cuales sentimos la libertad para expresar nuestras preocupaciones son como ángeles que Di-s ha puesto en nuestro camino para que nos acompañen en el largo y difícil recorrido de la vida, siempre ahí para ayudarnos a levantar cuando sentimos que nos hemos quedado sin fuerzas o para darnos una bofetada, en caso de ser necesaria; o a veces, por el simple placer de molestarnos ;).
Esas personitas que nos acompañan día a día, sin que nos demos cuenta, hacen de nuestra vida una maravilla. Cada una de ellas, es como una palomita de maíz que nos hace compañía en el enorme tazón que representa la vida, y cuando alguien se las come (Oh, no! :O) nos hacen mucha falta porque sentimos el espacio vacío.
Pd: Mis metáforas son extrañas, pero espero que se entienda el punto que intento explicar :3
Un abrazo!