La tierra esta constantemente girando sobre su eje, los días pasan sin que lo note y las noches son eternas. Nunca sé que fecha es, rara vez sé donde estoy. No recuerdo cuando fue la ultima vez que dormí tranquilamente, sin despertarme sobresaltado en la madrugada, sin tener pesadillas. No recuerdo cuando fue la ultima vez que te vi, que te soñé. Pero si recuerdo que desde entonces todo es un caos.
Tus largos cabellos negros ondeaban por el viento y te alejabas caminando con esa parsimonia tan característica en ti, dijiste que volverías por mi, que vendrías a buscarme y te espero desde entonces, ¿cuánto ha pasado ya? Mas de un año, quizás dos. No entiendo por qué pensaste que podría estar bien mientras estuviera alejado de ti. No conozco la vida y me ha costado adaptarme a no tener tus consejos e indicaciones, es tan complicado sin ti... y lo peor de todo es que yo he tenido la culpa, yo te he pedido que te fueras. Pero, me arrepiento y a la ves no, he aprendido muchas cosas sin ti, he aprendido que soy humano y que me haces falta para completarme, he aprendido el significado de extrañar. Y es que, cada día extraño mas el brillo de tus ojos al mirarme en el espejo.
Tú siempre decías, "todos los caminos conducen a Roma" y sé que hacia allá me dirijo. Si no regresas para encontrarme yo te seguiré hasta Roma, ya te había escrito sobre esto... te reirías de mi si supieras todas las frases tuyas que he adoptado. Te extraño tanto que me aferro a tu recuerdo y te convierto en una extensión de mi corazón. Y pensar que siempre dije que el corazón era un simple órgano encargado de bombear sangre y que todo se alojaba en el cerebro, y ahora, ahora estoy aquí, escribiendo con el corazón cartas que quedaran en el olvido y que tu nunca leerás. Pero me hace feliz escribirte, me hace feliz dedicar mis letras a tu recuerdo y a la nostalgia, me llena de vida atizar la llama de mi memoria y mantener en alto el brillo de tu silueta, ese resplandor que me ciega y me guía, en la oscuridad de mis parpados cerrados, hacia nuestro punto de encuentro, nuestra Roma.
Desde entonces, tu nombre y tu recuerdo son sinónimos de melancolía.
Con cariño,
-Aleks.
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El romanticismo nunca fue mi fuerte, siempre fui mas bien seco, mas bien gélido mientras estuviste aquí. Y ahora, mírame, convertido en un poeta que escribe cartas al viento y espera que el tiempo le ayude a inmortalizar el recuerdo de su musa. Porque tu, tu eres mi musa, eres mi inspiración y ahora que no estas, no puedo escribir. No puedo escribir nada mas que a ti y a tu ausencia. Una carta, tras otra, para luego lanzarlas al fuego y sentir como mi alma se desgarra mientras las llamas consumen el dolor y la melancolía que he derramado sobre ellas. Y sin embargo, sigo esperando, sigo escribiendo, te sigo amando...
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