01 junio, 2015

27/05


27/05. Je t'aime mon amour...

     He comenzado a escribir esta carta teniendo claro todo lo que en ella quería decir pero ahora miro fijamente la hoja en blanco y me resigno pues las palabras se amontonan en mi cabeza sin darme tiempo para organizar frases coherentes.

     Todo lo que veo en mi cabeza eres tú. Tú, tú y tú. Cuando cierro los ojos estás tú y si los abro, te veo en cada esquina, en el reflejo de cada persona con la que me encuentro.

     Tu rostro delicado con esa expresión indescifrable entre seria y amigable cuyo aire de misterio me fascina y me enloquece. Esa tranquilizadora sonrisa que esbozas cuando la adversidad me supera y la calidez de tus gestos cuando me siento caer a las profundidades del gélido abismo de mis inseguridades.

     Tu mirada soñadora, perdida en algún recóndito lugar del Universo al que quizás sólo has visitado en esos viajes tan curiosos que realiza tu mente cuando te pierdes aunque estés entre la multitud.

     Y ése hachís de tus ojos sin el que no puedo vivir, es que esa es la única droga que jamás podré (ni querré) dejar mientras siga viendo reflejados en su interior los más hermosos secretos del Universo.

27/05.


"No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti." — Jaime Sabines.


      Porque el Universo se esconde en tu mirada... A veces te siento como una estrella que arde lentamente. Y yo, sin darme cuenta (o sin querer admitirlo), siento una gran atracción hacia ti. Hacia tu calor, hacia tu fuego. 

      Ése fuego que me envuelve y, poco a poco, me consume. Dicen que quien juega con fuego se quema y que es inevitable salir lastimado al estar demasiado tiempo cerca de ti. Por eso, me hago completamente responsable de las consecuencias de mis actos pero me niego rotundamente a dejar de lado la intensidad de éste sentimiento por un por menor como el fuego.

      Y sí, quizás tengan razón al decir que el fuego es sinónimo de destrucción y tú, con tu apariencia angelical, llevas el infierno en tu cabeza. Pero hay algo que ellos no entienden, que así como el fuego destruye también purifica y que Dante pasó por el infierno antes de llegar al paraíso.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario